Garden of Delete

Garden of Delete

Luis Campos
December 3 – 12, 2020

Opening: Thursday, December the 3rd, 2020 – 18h00
Opening hours: Friday, Saturday from 12 – 4h00. Or by appointment.
Strictly small groups per visit, 6 visitors at the same time max.
RSVP preferably.
Ciencias 41-1, Escandón I Sección, Mexico City.
Looking forward to seeing you!


Garden of Delete

De alguna manera u otra, todos están hablando sobre los artículos de novedad, o sobre los misteriosos y repulsivos hiperorganismos, o sobre el sistema subterráneo de túneles
y sobre el cementerio cerrado, cuyas lápidas no poseen nombres ni fechas
que nos indiquen nacimientos o muertes.
Thomas Ligotti

Siento que la pintura reciente de Luis Campos ha optado por una suspensión o desaceleración de sus elementos. Una parte de ella pareciera que ha llegado al umbral de un nuevo mundo del movimiento que bajo este último parámetro no es ya sólo la partícula o el proyectil, ensanchamiento del vector, sino el ansioso paseo por un laberinto, el encharcamiento telepático. Un trayecto menos seco, menos electrónico y más orgánico cuyos signos rayan en el tipo de velocidad no del haz, sino de la digestión o la sequía. En diversos casos, las personas que visiten Garden of Delete quizás se encuentren preguntándose por las decisiones que convierten a los elementos de varias de estas pinturas en una suerte de radiografías de un torso mural. Cuerpos planos cuyas vísceras parecieran afectadas por fuerzas vivas pero insuficientes para nutrir al ecosistema del que son parte: un régimen dinámico pero también a rastras.

Otras secciones de la obra recuerdan al mundo horizontalizado de la pittura metafisica, pero en levitación. Un tipo de falsa profundidad que recorta a los elementos, suspendiéndolos en la anticipación de un mal presagio, y en la buena suerte que podría ser para cualquiera menos para mí. La pintura de Luis Campos reivindica una lucha que se ganará por perdida, un tipo de máquina descendente que ha aprendido a utilizar el gris dinámico del verde/rojo como combustible y de cuyos planos efectivamente esperamos una acertada organización del colapso.

En este nuevo episodio de su obra, las estructuras se toman una pausa para dejar de dar giros agudos y estudiar su propio balance. Crean altares y acumulaciones propias, torres y quizás hasta ofrendas a un día más o menos nublado cuya hora hay que adivinar a través de una ventana en el fondo.

Es extraña la hora en la que se visita la pintura reciente de Luis Campos. El fantasma que la anima continúa dotando a la obra no sólo de un tiempo para las formas en persecución, sino también de un particular reparo en el que está permitido el consuelo. Es ahí donde más disfruto detenerme.

Christian Camacho